Roca que lame su lluvia: mi rostro

He aquí una roca
purpúrea, como su color que anochece.
He aquí mi rostro
un cántaro sin fondo.

Quiero escribir sus palabras
quiero mantener unido el cuerpo, desteñir,
desmembradas las letras, yo deseo tirarles
el manto y su macho cabrío degollar.
Deseo encontrarme con huesos,
vivir de esas lenguas (solas
(solitarias
resentidas),
dormir en mi roca, soñar con mis lenguas.
Se abraza flor en semilla. Se duerme la almendra.
Si te
rayas
la cabeza
con flor, de claro de azul jardín (rizos que son soles gigantes)
y si te asfixias en tu piel,
acaso
enredos
usurpan el resto de tu hiel, clamando

bueno, calma
he aquí tu memoria
lista, sí, también,
quiere creer
¡tan bien su lisa
imagen ancla! suave selva de flor esa casa, brilla en el rincón
que guarda el calor oscuro
de la mirra seca que va a nacer
apenas
dormida en su cuna.
Todo antes de llegar al mundo, duerme en la lentitud más fina.
Como en su piel el resto, el resto absoluto de verdad,
al dormir en espejos se
GRITA y RAYA EN SU RINCÓN.
Cuántas lágrimas derrama
gritando el nombre de sus dioses, esos
los días más soleados que avecina el llano llanto de orquídeas.
Y se recordará al dormir su casa....
Una roca inerte verde, que vive su girasol,
con prado que lame llama de rojo sol,
recibe su luz azul,
recuerda caricia de cama blanda,
trémula de estrellas sin órbita,
sobre matiz
o pasos que recuerdo sólo sin saber haber dado.



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