Espejo que refleja la habitación del cielo


detrás del espejo hay una sombra

que asemeja al día.


cuando el tocador fue colocado,

encima un espejo en declive se sujetó,

aparentando, frente a la entrada, ya tan lejana

visión, arrastrando toda su fuerza de

realidad

adormecida. La blancura

tenía rostro. Era reflejo de techo.

Primero fue uniforme, apolillada al concatenarse el tiempo. 

 Tensión, humedad, ornamento y frío, 

tonos albos sobre madera; tan verdoso mar

como leche,

como desértico

prado de nieve,

exhibía el escudo real

frente al deambulante soterrado,

al momento de cruzar esa puerta. 

La habitación extendida como marmol 

dormía. Esa calma depositada en

el abdomen, cercana al palpitar. Su blancura aparentando ser

eterna, de pálido hueso en un espejo se roía.

Imagen antigua de entradas, encuentros y vértices

instantáneos.


Es decir, ¿cómo no bajar

al día al dormir, repleto del destello verde,

por su blancura de abigorrado sueño

y que surge por la infancia destinada a mis 

avenidas?


¿Cuándo experimenté por primera vez

languidante ensueño, de temerosas andanzas frente a la habitación contigua?

El arcángel de la levedad

experimental, acompañado por socorrido declive hacia

manantial del onirismo, en su corazón

me encierra el furor tímido de la verdad andante. Los cielos

azules sombríos van cubriendo todo manto al abrir esa puerta. Mi infancia 

atraviesa algún airoso partir del viento entre las rocas. 

¿Es entonces mi vida este estrepitar crepúsculo despierto

al enceguecerse la luna?


En una hoja de papel manchado

he escrito todos mis pensamientos. Conozo el pasado. Brea

cubre de marfil color algún mesabanco, donde reposé

mi codo amarillento. Desde niñx,

nadie fui. Siempre he sido poco de nada.


Cuando, cruzando esa habitación,

el marmol se extiende frente a mí, imagino 

su estrepitosa caída, pero no la del espejo.  



Comentarios

Entradas populares