Isla de estatuas

Una idea aérea huye de la estatua,
se entrega al abismo que en isla secreta anochece;
enmudece de cantos; escalera su arpegio y su meditación tardía; arriba, constelación musgosa descansa.
Despierta junto a mí el sueño, lámpara del cielo: una espalda blanca,
pálida estatua adormece, tiñendo lenguas marinas con receloso espesor profundo de negrura calma.
A inmediaciones del último río, donde salpica la cordillera,
su vid de tierra morena, sobre el estanque opalescente.


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