Poema sobre la roca, a Bachelard.

La vida es ligera o

roca

de nubes bajas seduce sentidos donde toca tierra y se exhibe.

Vida, siembra del manto,

germina su pasta, el magma, volcanes,

pinceles y esponjas. Da entera imaginación al

gres de montaña, árbol de suavidad. 

El deseo, guía onírico, alivia en alegría los dedos de todas 

cuantas han sido estas manos, si enmudeciendo lloran

distancias en virtudes terrestres.

El deseo conduce sueños íntimos de la muerte enterrada,

profunda, 

y excava acelerando un ritmo perlado

que del éxtasis 

brota como palma.


Sin más, es ligera. 

La vida, donde el mundo subterráneo,

forjando para siempre con martillos

 nubes

descalzas en su mar.

Esta marea volante para todo fundir. 

La realidad, hecha para fijar

todos los sueños, 

al tanto tiempo se torna

existencia dominada.


Verdaderamente vivir es descender al ensueño.

Solo durmiendo se contempla. 

Dormir es nombrar, cantar y ante todo

perecer.




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