Ensoñación de cerámica

El reino para dormirse

desnudo de tierra. 


Están cortadas mis noches

porque en todas viven


imaginación y mucha desesperanza.

Contra

el suelo contemplo la fuerza,

entrañas pidiendo

conocer el aire,

corteza el planeta es máscara

de un rostro

para conocer sin mí. Cayendo, escapa

del sueño el deseo asido a la fantasía.


La materia brilla más entera

cuando le cortamos. El amanecer

es hendido puntual. Toda tarde se entiende 

dentro del mar, cuando, calientes,

los espumosos vaivenes

llevan desde cualquier calma al mediodía. 


Modela la forma, figuraciones para abrir

el cofre más íntimo,

así mucha tierra vibra para levantarle 

apaciguante. Arada, observa

su propio mundo que se asombra.


La cerámica vino a ser otra espontánea

sencillez del grito. Sale un torrente

de sueños fugaces,

locura para existir junto al diamante,

la ceniza, el cuerpo leve

que es el último trino.


Así un horno

desborda 

algún hipnótico

día imposible,

para el fondo 

terrestre

y un fuego imaginado

crear. 






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